viernes, 3 de abril de 2009

*'*Tradiciones contra Modernismo en Berriozábal*'*


Berriozábal era poseedor de muchísimas tradiciones así como todo Chiapas tenía un mosaico de ellas. Lamentablemente la mayoría se han ido perdiendo gracias a que muchas de las personas se han “civilizado”, o mas bien, han huido de ser criticados por las personas que tienen más influencia sobre ellos y se han dejado dominar por culturas extranjeras. ¡Ah perdón!, quise decir: fueron “cautivados” por la censura de los que no son de aquí. El caso es que Berriozábal como parte del pueblo Zoque, tenía hermosas tradiciones (la mayoría religiosas) que le daban ese toque pintoresco a esos días de ardua labor en la que se vivía antes de pasar al modernismo. Dentro de esas tradiciones podemos comenzar encontrando desde las creencias de que si hacías, mirabas, te acercabas, te asomabas o tocabas algo, te pasaba sorprendentes cosas fueran buenas o malas. O que hace mucho tiempo grandes seres apoyaron de tal manera que el pueblo se vio beneficiado o perjudicado. Sea que fueron supersticiones, creencias, vivencias, experiencias; sea el fin con que fueron comunicándose advertencia, cohecho, defensa, fantasía u otras razones posibles. Pero todas ellas sirvieron en su momento y algunas se aplican aun a la vida actual aunque con una modificación adaptada.

A Berriozábal le tocó precisamente el tiempo de la modernización. Donde la gente joven busca las cosas nuevas y llamativas, y se alejan de sus raíces por no querer ser despreciados. Cuando nuestros tatas estaban pequeños ni siquiera podían darse el lujo de que tuvieran al menos caitis. Así que ni imaginarse tener seguido ropa nueva, a menos de que tus padres fueran acaudalados y te consintieran, o quisieran presumir que poseían un estado económico mejor que los demás. Solamente en celebraciones grandes o cada año, es que disfrutabas de ese olor que emana de telas o cuero nuevo. Principalmente a quienes veías seguido con sus caitis era a las personas mayores. Debido a que el esfuerzo de su trabajo ya había dado fruto con el paso del tiempo y podían darse ese lujo; en cambio a los pequeños mayormente los veías descalzos. ¿Te imaginas hoy en día andar descalzo? Seguramente no vas a querer que la piel de la planta de tus pies se entayudezca, tomando apariencia de un zapato natural fuera de serie. Pocas personas mayores las podías ver con su traje típico de manta en cuanto a los hombres, y a las mujeres utilizar sus blusas de algodón tejido y sus faldas de gran vuelo. A las mujeres desde pequeñas (al rededor de los 7 o 9 años), cuando ya comenzaban a ayudar en la labor que suministraba dinero a la casa, comenzaba a utilizar mandil. Curiosamente las mamás se daban ese tiempo de delicadeza para hacer un pequeño mandil para su(s) hija(s). Los niños eran vestidos con pantalón y camisa de manta, y hasta podían utilizar un pequeño sombrero de paja para protegerse del sol. A los bebés se les vestía de ropones. Para los que sus papás no tenían mucho dinero, andaban sin pañales y los que podían, utilizaban pañales de manta que eran exclusivamente hechos para reutilizar, la verdad sí que eran duraderos; hasta llegaban a ser herencia para los hermanitos, los primos y los sobrinos. Conforme nuestros tatas fueron creciendo, su vestimenta se fue adaptando de tal manera que en cuanto podían comprarse por sí mismos la ropa, se compraban camisas prefabricadas y la pieza de tela para mandar a hacer el pantalón con el sastre. De igual manera las mujeres mandaban a hacer sus blusas y sus faldas. Los hombres compraban botas de hule y calzado más formal, en tanto que las mujeres tomaban también el rumbo de dejar los caitis. Las casas tomaban los materiales de construcción que les brindaba más seguridad a largo plazo. Dejaron el bajaré, el adobe, los postes, el piso embarrado, las varillas. Abandonaron el jabón de cochi por los champúes con EXTRA BENEFICIOS ADICIONADOS. Los refrescos preparados con el amor de mamá (supuestamente), por los refrescos embotellados que te em...botellan la panza. Las trenzas por los peinados estrafalarios. Los colores que la naturaleza le brindó a la piel por los obtenidos de animales o el robo a la flora u otros procederes, huy bueno perdón, ahora le dicen: ‘el regalo de la naturaleza que hay que compartirlo'. Incluso la dieta abandonó completamente al jabalí, el venado, el conejo, y otras especies más (a lo bueno que el guajolote y las gallinas aun se pueden ver).

Es de admirarse que nos hallamos resignado, acostumbrado, adaptado (o como ustedes le quieran decir) a esos cambios que significaron perder lo que en realidad somos (o mas bien, éramos), nuestro origen, nuestra raíz. Es de admirarse que hallamos preferido dejar nuestra salud en manos de un cambio que nos ha perjudicado, por el gusto de la curiosidad. Preferimos que nos introduzcan la enfermedad, en vez de tomar aquello que se te brindaba naturalmente para tener esas defensas necesarias. Dejamos esos momentos en los que es un ritual trenzarse temprano. Dejamos la alegría de decorar las blusas con listones de colores para ir a la fiesta, y pasamos a vestirnos con ropa diseñada por los GRANDES (o interesados). Dejamos el respeto por el querer, y conseguimos un mundo que busca abusar de la expresión.

Y qué decir de de las celebraciones donde la fiesta era que la familia e invitados participaran en la elaboración de los alimentos que iban a consumir después, y que ayudaran a adornar la casa o el lugar donde sería la fiesta. Así pues se ha ido perdiendo los detalles como las ensartas de chupipí, las coronas de rosas, la delicadeza de que se vea bonita alguna comida con los diferentes ingredientes de tal manera que se consiguiera más que una comida, una obra de arte la cual lamentablemente se tenía que consumir, o esos adornos de papel crepé. La alegría de hacer enramadas que aunque se echaran a perder (pues no son artificiales), la algarabía se formaba con los compadres jóvenes o viejos a la hora de su construcción. Cada detalle, cada obsequio; era manufactura propia que aunque hubiera quienes pagaran por que otro lo hiciera, pero la otra persona se asía de su mente para crear obras espontáneas.

No digo que todo halla sido malo, sino más bien, que dejamos la creatividad y ese esmero con que se gozaba los momentos inesperados que nos deparaba la vida; por vivir en un mundo en que lo podemos tener casi todo con transa-acciones, cohecho y poder. Y como dije al principio, en su momento sirvió. Pero hasta hoy continúan las causas de sus efectos, y es irremediable lo que ya se ha provocado. Así que retomar un poco de lo que era antes, es el esfuerzo por seguir viviendo. A Berriozábal le tocó desarrollarse en un momento en que los ataques de los avances, es algo importante para la humanidad; pero también algo tan peligroso. No les digo esto para cambiar sus ideología, al contrario, solo es un comentario. Y esto no solo ha afectado a Berriozábal, pues también abarca cualquier rincón del mundo pues no está eximido de sus garras; además, seguirá afectando con el paso de los años.


Autoría, redactado y editado por

Édil Jessiel