miércoles, 30 de julio de 2008

~Xx...En las ferias...xX~

A muchos (si no es que a todos o la gran mayoría) les encanta ir a las ferias. Si bien para disfrutar de los juegos, golosinas que se presentan en las ferias, estar con la familia, salir a distraerse, o conmemorar un aniversario en cuanto a razones eclesiásticas se refiere, e incluso, aniversario de algún lugar.

Todos y cada una de esas razones son viables para efectuar una feria y asistir a ella; ¿pero en realidad sabes cómo es vivir en las ferias?Una pequeña entrevista realizada a Doña Asunción de 68 años de edad, a la mejor te de un vistazo.

Mientras ella limpiaba el interior de los congeladores para sus fresas con crema; me contaba acerca del cómo es vivir por las ferias…en las ferias. Resultado del gusto que viven por las festividades, y el camino que han seguido desde hace mucho tiempo, que es la forma en que mejor se saben desempeñar. Con sus manos temblorosas; quizá por el poco frío que hubiera dentro de los congeladores, el quitarles la escarcha a las fresas con crema,… o como has de saber, el esfuerzo de todos los años, que ahora se ve reflejado en la edad. Para ellos es duro (en el caso de Berriozábal) al venir aquí, pues las temporadas que les toca son: en enero el frío, y en julio las lluvias. Protegidos solamente por casitas cubiertas de lona por donde ha de pasar el frío o el agua a través de rendijas que no fueron en su totalidad evitadas, tanto en las paredes como en el techo. Y por las noches; la poca o suficiente comodidad de dormir donde se pueda, y con el abrigo de cobijas, para evitar padecer mucho.

Doña Asunción nació en un hogar que se desempeñaba en las ferias, sus padres le dieron los estudios básicos, y cuando tuvo la edad, ella misma pasó a formar parte viva de las ferias. Después supo bien lo que es tener familia, y aun más las responsabilidades, pues es ser constantes en saber dónde próximamente se celebrará una, ver por el transporte que los traslade al lugar, además del desplante y armado de su puesto con su adecuada instalación, teniendo en cuenta que: si bien se pasan mucho tiempo de vida en las ferias; tienen casa propia que también genera gastos. –Es difícil…sí, es difícil,…- dice Doña Asunción, al contarme que es vivir al día, así como entra el dinero, así se tiene que gastar. Comer a lo que meramente se dispone, pues no se pueden dar lujos de comidas, ya que sumado a que, tanto pagan el lugar del local en la feria, compran lo que venden, para sus necesidades y depende el número de bocas qué alimentar. -Cuando los hijos son pequeños, no se les prohíbe jugar-, así ha de recordar que le dieron oportunidad sus padres, pues ahora; después de haber criado a sus hijos, ya hasta tiene nietos que le acompañan cuando su hijo lleva a sus hijos, y le ayuda en poner el puesto. Tanto a sus hijos, y ahora, a sus nietos; no les quita el que puedan disfrutar de su niñez. -Que sí, hay cositas que se le dan a qué hacer, pero no pueden hacer grandes y pesadas cosas aun-.

A la edad adecuada mandó a sus hijos a la escuela, y entonces es cuando el gasto se aumenta, pues, dejan a sus hijos en su casa, mientras los padres ganan el sustento para toda la familia, y el estudio de sus hijos. –Los hijos reclaman- me dice, ¿por qué razón? Pues ellos le van a que no se están como padres que acompañan a sus hijos, y eso les duele a los padres. Ya que, cumpliendo como tales, ellos ven la manera de tener su dinerito con el cual darles a los hijos lo que es posible brindarles, -aunque uno busca darles lo que uno no tuvo-. Y saben qué; eso te llega (sentimentalmente) y te hace ver el esfuerzo que hacen los padres sin que nos demos cuenta, y si vieras esos ojos que casi tapan los párpados por la edad, pero que aun no pierden de vista lo que hacen (limpiar las fresas de la escarcha; y acomodarlos ordenadamente en el congelador)… a la mejor se te ocurra que: no todos los padres son como ellos; pero los humanos no son perfectos.

-Cincuenta años; sí… cincuenta- son los que lleva viviendo por la feria. Desde que sus padres hacían licuados, hasta que ella misma lo heredó de sus padres. Continuando con el mismo oficio, solo que le ha buscado un poco más para tener otros ingresos para su familia, tanto con las fresas y el elote, además de que cuando se le presenta la oportunidad, también hace licuados.

-Y así seguiremos… hasta que diosito nos permita-, acude a terminar.

Con ello, lo que queda en mi mente es que, los que tienen oportunidad de al menos: que sus padres tengan un horario, y que regresen a su casa; son un tanto más dichosos… a menos que lo desaproveches y te quejes, pero antes de hablar, mira el por qué.


Agradeciendo el que me haya permitido esa entrevista imprevista con la seminoche encima, subí y entré en donde se encontraba, y me despedí dándole un abrazo y un beso, pero tratando de evitar sacar lagrimillas de conmoción, y controlando el falsete que me salía al hablar, por la voz temblorosa. Deseándole buena suerte… y no un adios; sino un hasta pronto.

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